viernes, 26 de octubre de 2012

Un susto de muerte

Secándose tras el accidente


En el nido, ya recuperada
Esta mañana ha ocurrido un grave accidente con la cría. Los viernes nos levantamos un poco más tarde, y hoy no le hemos echado el vistazo matinal, a eso de las 8, por una vez nos hemos retrasado hasta las 10. Y a las diez, miro ¡y el nido está vacío! Bueno, eso en principio no es tan malo, seguro que ha saltado al suelo y está en algún rincón... en pocos segundos hemos visto lo que pasaba: ha tratado de saltar al nido que está enfrente, a unos tres metros, algo totalmente imposible para la cría, que no vuela, pues apenas si tiene la mitad de las plumas. En cambio, ha caído a los pies del nido de enfrente donde tenemos... ¡la bañera! Ahí, con las alas extendidas y completamente rígida, estaba. ¿Cuánto llevaría? ¿Una hora, dos?... La hemos sacado, y la primera impresión es que estaba muerta, pobrecita. Las plumas se le habían pegado por completo al cuerpo, y su postura rígida hacía pensar en un pájaro al que le ha pasado por encima un coche, tan plano y tieso estaba.
Boqueaba, pobrecita, cada pocos segundos, marcando un ritmo agónico. "Está agonizando", dijo mi compañero. Pobrecita, pobrecita. Con una toalla suave hemos secado su cuerpecito, y la hemos puesto junto a una estufa de infrarrojos. El agua debía estar a unos 15 grados, y las tórtolas están a unos 40 grados, así el choque térmico ha sido descomunal.
Durante cinco minutos ni se ha movido, aunque parecía que respiraba un poco más rápido. Luego, se ha puesto a temblar, lo que es una buena señal porque significa que estaba recuperando la vitalidad. Tras al menos un cuarto de hora ha empezado a dar señales de movimiento en las patas, nosotros hemos procurado que, sin quemarse, estuviera siempre caliente por todos lados.
Amélie y Walter se acercaban a veces, sin dar síntomas de alarma ni saber qué hacer, yo creo que ni reconocían a su cría.
Luego, poco a poco, se ha ido recuperando, y hasta aleteaba cuando algún progenitor se acercaba, aunque no se podía erguir y ni siquiera piaba.
Y, como un milagro, se ha recuperado del todo; puesta de nuevo en el nido, sus padres la han alimentado varias veces, y ahora parece tan vivaz y sana como siempre.
Yo digo que me la quiero quedar en casa, Félix dice que estoy loco. No sé, el caso es que estoy muy contento, y cuando esta tarde nos vayamos de fin de semana dejaremos todo lo más libre de peligros que podamos, porque lo más probable es que vuelva a salirse del nido. Ay, qué angustia voy a pasar hasta el domingo por la tarde...

No hay comentarios:

Publicar un comentario