jueves, 30 de octubre de 2014

Reencuentro con mis amadas amigas

El fin de semana pasado fuimos de nuevo al Indiana Camp. Como sabéis, tuve que dejar mis amadísimas tórtolas en esta granja escuela, porque por motivos de salud no puedo vivir con ellas, algo que me resulta extremadamente doloroso. Lo primero que me sorprendió al llegar es que ¡hay muchas tórtolas nuevas! No solo están Walter, Amelíe, Junior y Moisés...



Nada menos que una docena de tórtolas, separadas en dos jaulones. Por supuesto, lo primero que hicimos fue saludar a Amélie y Walter

Walter al fondo, en su nido. Amélie en la rama.

Con Walter y Amélie

Amélie

Walter
Amélie estaba muy amable y cariñosa, enseguida se interesó por las golosinas que le llevamos. Creo que se está haciendo mayor, ¡ya hace seis años que llegó a casa, y realmente no sé cuántos años tiene en total! Las plumitas del cuello estaban como un poco ajadas... de todos modos estaba tan vital como siempre. Walter se mostró más tímido, aunque también se dejó querer. Ambos siguen siendo pareja, y me parecieron muy felices. 

Las nuevas crías no se dejaban coger, ¡no nos conocen! En cambio Moisés, que lleva tanto tiempo allí y casi no estuvo en casa, sin duda me reconoció, y estuvo muy mansito y cariñoso. Es una tórtola espléndida, la mayor, un macho precioso y muy dulce, ¡comió hasta hartarse! En la foto se ve su buche totalmente lleno. (También saludamos a Junior, que esta vez parecía más tímida y esquiva que nunca, no hay foto de ella esta vez).

Moisés

Por casualidad encontramos una cría atrapada en un comedero de otras aves que comparte en espacio, ¡quién sabe qué habría sido de ella si no llegamos a estar allí! Sin duda es hija de Walter y Amélie, tiene un patrón de color precioso, muy extraño, naranja salpicado de blanco. Las plumas de la cola estaban muy dañadas, pero da igual, pronto echará otras nuevas. Para que se recuperara mejor, mi primo la colocó en una jaulita separada, ella solita. Seguro que a estas horas ya está perfectamente.



No puedo expresar con palabras la emoción que he sentido. Creo que es la visita de la que me he marchado más satisfecho, pues no cabe duda de que las tórtolas son completamente felices. Al final vi cómo Walter y Amélie se hacían toda clase de carantoñas, son la imagen misma del amor.



martes, 13 de mayo de 2014

La tórtola superponedora de Adrián



Adrián es un lector del blog, que se puso en contacto conmigo para consultarme el caso de sus tórtolas, y es que ¡sus puestas son de cuatro huevos! En este momento tienen solo tres, porque un huevo se ha malogrado. Se trata de una pareja de tórtolas muy joven, inexpertas, y como podéis ver en las fotos, preciosas. La blanca es la hembra, se llama Sora (que significa "cielo", en japonés), y fue un regalo de Adrián a su novia. A los pocos días adquirieron el macho, con el típico plumaje de las tórtolas turcas y de collar; se llama Shiro, "blanco" en japonés, (algo que resulta irónico, claro, puesto que no es de ese color). Viven en un amplio jaulón de conejos, adaptado para ellos; sus dimensiones son grandes, pero es que además sacan las tortolitas a volar por la casa un rato cada día. Adrián y su novia son grandes amantes de los animales, él tiene también una paloma bravía, y algún perrito que, a lo sumo, molesta con lametones a sus compañeras emplumadas. Como suele pasar con las tórtolas, aunque en un principio había desconfianza, ahora la relación entre ellas es de ardoroso emparejamiento, y la intención es que esta primera nidada salga adelante, pues las crías tienen ya destino asignado en casa de algún familiar.

Ojalá todo salga perfectamente, y pronto podamos ver unos bonitos pollitos en este mismo blog.

Como consejos para estos casos: uso exclusivo de la pasta de cría como alimentación, y suministro de arena de calcio para la mamá. 

Es genial que haya gente tan respetuosa con los animales y sensible con la vida como lo son Adrián y su novia, ¡bien por ellos!

lunes, 20 de enero de 2014

Una nueva Amélie

Un poco antes de Navidad visité de nuevo la residencia actual de mis queridas, mis queridísimas amigas, mis tórtolas del alma. Como siempre, ha sido muy emocionante. La gran sorpresa fue que, cuando quise coger a Amélie y subirla en mi mano, noté que me huía un poco, aunque logré hacerlo. Qué raro, pensé, será que ya me está olvidando... pero no era así. Enseguida me di cuenta de que no era Amélie, sino una hija suya, ¡es idéntica! La podéis ver en la foto superior izquierda, es justamente la que no tengo en la mano. Las otras tórtolas, Walter, Junior y Paulo están perfectamente, con un plumaje excelente, se dejaron acariciar, pasé media hora con ellas (más no, por no arriesgarme a tener complicaciones pulmonares), sintiendo a la vez una paz maravillosa, y una emoción intensa que me hacía llorar sin parar, pero no todas las lágrimas son malas, sé que están muy bien cuidadas y que son felices, y eso es lo que cuenta. Han pasado ya más de seis meses desde que me tuve que separar de ellas, y no pasa día en que no las eche mucho de menos, incluso sueño con ellas frecuentemente... prometo verlas más a menudo. Cuánto las quiero.

miércoles, 31 de julio de 2013

Parejas y sexo en las tórtolas

Moisés y Paulo, dos tórtolas macho que forman pareja

Como sabéis, por razones de salud tuve que dejar mis tórtolas en el Indiana Park, una granja escuela donde viven felices. Allí se encontraron con un par de tórtolas, Moisés y Paulo. Por tanto, se ha formado una pequeña colonia de cinco tórtolas, dos hembras (Amélie y Junior), y tres machos (Walter, Moisés y Paulo). Salvo Amélie y Walter, que no tienen nada que ver entre sí, el resto están emparentadas, ya que Moisés. Paulo y Junior son hijos de Walter y Amélie.

La única pareja que yo conocía era la de Walter y Amélie, bien consolidada. Junior no tenía pareja, y por otra parte Moisés y Paulo son dos machos... yo pensé que, con el tiempo, alguno de ellos se convertiría en pareja de Junior, o tal vez los dos. Y me equivoqué.

Tras unas semanas de convivencia, lo que ha ocurrido es esto:

 * Walter y Amélie siguen siendo pareja, suelen estar juntos y se acicalan amorosamente; no obstante Walter, como buen macho, trata de copular con todo lo que se le pone a tiro, incluyendo las perdices blancas con las que comparte espacio.

* Junior no tiene pareja, pero se deja querer por Walter, su padre, con quien copula regularmente. De hecho, en mi casa también ocurrió alguna vez, en cuanto me descuidaba ahí estaba Walter... la diferencia es que ahora Walter acaricia y acicala a Junior, quien sería algo así como su "segunda esposa".

* Moisés y Paulo forman pareja y no se interesan por las hembras. Esta es, quizá, la relación mas sorprendente. Moisés, que se ha convertido en una tórtola grande y preciosa (si leéis el porqué de su nombre comprenderéis que es muy fuerte), es bastante sociable porque nació en mi casa, se deja coger y acariciar... pero siempre regresa al lado de Paulo. A su vez Paulo, mucho más tímido, no se deja coger con facilidad. Paulo estuvo solo mucho tiempo, hasta que llegó Moisés, y ambos han formado una pareja cerrada y fiel, indiferente a las hembras. Incluso comparten un nido para dormir.

Por tanto, si bien la convivencia de los dos machos fue forzada durante unos meses, ahora que tienen dos hembras susceptibles de conquista vemos que siguen prefiriendo su relación homosexual, algo interesante como comportamiento. Y parecen muy felices :-)

martes, 9 de julio de 2013

Reencuentro con tres dulces amigas

Con Walter, Amélie y Junior

Moisés

Paulo

Walter y Amélie

Walter y Junior

Por fin el pasado 29 de junio fui al Indiana Camp y me reencontré con mis queridísimas tórtolas, a las que hacía ya dos meses que no veía, desde mi hospitalización forzosa. En este tiempo mis pulmones se han recuperado casi por completo, aunque sigo en tratamiento con corticoides.

El encuentro fue muy emocionante, hubo lágrimas, y pasé una hora en compañía de estas amigas a las que tanto, tanto, echo de menos a diario. Su reacción en cambio fue muy serena; me reconocieron sin duda, pero en este tiempo se han adaptado a su nueva situación, están bien, y posiblemente su vida ahora es más natural que con nosotros en el piso. Comparten un amplio jaulón, en realidad una habitación grande, con otras aves más, como gallos y perdices blancas, pero no hay competencia entre ellas.

Son cinco las tórtolas que viven juntas, nuestras queridísimas Amélie, Walter y Junior, y además Moisés y Paulo, dos machos también hijos de Amélie y Walter, y por tanto hermanos de Junior, aunque de camadas distintas. Paulo era el más tímido, y no se dejaba coger, mientras que Moisés lucía un plumaje espléndido y un tamaño envidiable, sin duda la tórtola mayor de esta pequeña familia.

Aunque solo estuve una hora con ellas, pude darme cuenta de cómo han evolucionado las relaciones entre las tórtolas en este tiempo, y resulta lo suficientemente curioso como para hacer otra nueva entrada al blog, que prometo escribir pronto.

Salí con la tristeza de sentir cómo he perdido la convivencia con estos pequeños pero magníficos amigos, que han dejado un hueco enorme en nuestras vidas, pero también con la satisfacción de saber que ellas son perfectamente felices en su nuevo entorno. Han sido cuatro años de convivencia perfecta, y siempre formarán parte de mi vida.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Gorriones, ¿epílogo?

A la derecha, el padre; el resto son sus vigorosos hijos
La terraza donde estaba el amoroso nido de Walter y Amélie ya no tiene su malla y el plástico correspondiente, y permanece tristemente abierta y vacía. Echo mucho de menos a mis queridas amigas, mucho. Aún no me he recuperado del todo de mi afección pulmonar, aunque sí voy mucho mejor, y espero con impaciencia a estar completamente bien para hacer una visita a mis tórtolas al Indiana Camp.

Mientras tanto, como aún nos quedaban algunos restos de comida de las tórtolas, hemos puesto en platitos lo que había, cosa que han aprovechado los gorriones. No es que vaya a sustituir unos pájaros por otros, pero sin duda estos pequeños seres me están dando un cierto consuelo. Ya los alimentamos con asiduidad, e incluso hemos comprado comida para ellos. Siempre nos separa el cristal de la puerta de la terraza, así que no hay peligro de su contaminación (aunque supongo que soy sensible solo a las tórtolas, no a cualquier pájaro, y además están al aire libre, no en el interior de casa).

En la imagen se ve al papá, alimentándose goloso. Tiene toda una familia, que comen ávidos cuanta comida les ponemos varias veces al día. Los hijos son mucho más osados que el padre, tienen menos miedo, y me llama la atención lo peleones que son.

Benditos sean.

¡No os perdáis este pequeño vídeo de 50 segundos! ¿No os encantan?

miércoles, 8 de mayo de 2013

No es el final: Una nueva vida comienza



Para mis queridas tórtolas se abre una nueva etapa, que les deseo feliz, como así creo que será. En el vídeo, que tiene unas pocas horas tan solo, se puede ver a las monitoras del Indiana Camp mimando a mis amigas. Las que se ven a la derecha son Walter y Amélie, ¿no digo siempre que son "dos tortolitos"? Y las de la izquierda, aunque parecidas, a mí no se me confunden: son Junior (blanca), y Moisés (crema), quienes parecen formar una naciente pareja... más allá de que son hermanos.

La vida se abre paso. A mis tórtolas no les va a faltar el cariño y el contacto humano. Algunas cosas cambiarán, tendrán que adaptar su dieta, su espacio... pero no tienen por qué ser cambios a peor. Además, harán las delicias de muchos niños y mayores, y ojalá les hagan sentir amor por la naturaleza, después de todo los seres que habitamos este planeta compartimos sus recursos y debemos vivir en armonía. Quiero pensar que nuevas tórtolas vendrán al mundo, que cuando aquella ya lejana tarde, en casa, entró caminando Amélie resueltamente por el suelo de mi casa entró en mi vida la fuerza de la Vida, y que me acompañará siempre. Sé que ella hizo bien entrando en casa, y lo primero que me enseñó es que no es "mía", sino que nos debemos respeto. Luego vino la amistad y el cariño, y por eso mismo nuestros caminos ahora se separan... pero no por completo.

Tengo que dar las gracias públicamente a mi primo, dueño de Indiana Camp, por brindar una segunda vida a mis tórtolas, y por extensión a quienes desde esta bonita granja escuela se ocupen de mis amigas, adquiero con todas estas personas una deuda de gratitud infinita.

Y al menos quiero publicar en su día la noticia de que estoy totalmente repuesto y he podido visitar a Junior, Walter, Amélie y demás tórtolas en el Indiana Camp.

De nuevo, G R A C I A S.

(P.D.: Paulo no aparece en el vídeo, seguro que es más tímido, pues ha vivido casi sin contacto de humanos; su color es similar a Moisés, pero con el cuello negro y plumaje más oscuro. Estoy seguro que por imitación también se dejará mimar).

domingo, 5 de mayo de 2013

El final del blog: Tengo que despedirme de mis queridas amigas

De izquierda a derecha: Junior, Amélie y Walter en el Indiana Camp.
 
Esta es una entrada en el blog que nunca hubiera deseado haber escrito. El pasado 25 de abril tuve que ingresar por segunda vez en el Hospital de la Princesa, tras sufrir tres noches consecutivas de fiebre y ahogo, ya no podía demorarlo más. Nuevamente un tratamiento simple de oxígeno me hacía recuperarme en gran parte, lo que parecía apuntar a alguna causa ambiental, y ahí salió de nuevo la hipótesis de las tórtolas. Como es natural, yo reclamé pruebas médicas fehacientes, no dejarse llevar por la mera sospecha. Y las pruebas (TAC, IGg de antígenos a tórtolas), fueron esta vez inequívocas: se trata de una neumonitis extrínseca por hipersensibilidad a las proteínas de las tórtolas. Los datos resultaron tan claros que incluso me suspendieron un lavado bronquial (broncoscopia), ya que no hacía falta; espero aún el resultado de más análisis, pero con los ya existentes hay una franca seguridad de haber encontrado el origen del problema.

A partir de aquí estoy recibiendo tratamiento con corticoides, y noto franca mejoría en mi respiración, no tengo fiebre y baja mucho menos la saturación de oxígeno al caminar, en definitiva parece que me estoy recuperando.

La mala noticia es, por supuesto, que tengo que dejar de convivir con mis tres queridas tórtolas, algo que de rebote también afecta a mi compañero. Es más, del hospital he tenido que venir a mi casa familiar en Toledo directamente, pues no podía regresar al piso. La primera medida ha sido llevar las tórtolas a la granja escuela de mi primo, "Indiana Camp", situada cerca de Toledo, donde hay instalaciones adecuadas y además ya residen algunos descendientes de Walter y Amélie, el último de ellos Moisés, ¿lo recordáis? Ni siquiera he tenido el amargo consuelo de despedirme de mis tórtolas, pues debo evitar todo contacto. Este viernes pasado, día 3 de mayo, salieron de mi casa y emprendieron una nueva vida en su nuevo hogar.

Las fotos que pongo son de hoy domingo, un par de días después, remitidas por mi primo, dueño de Indiana Camp. Me dijeron que Moisés está grande y precioso, y aunque estaba en pareja con lo que pensábamos una hembra, no debe de ser así ya que no han procreado. Sé que Walter y Amélie seguirán formando una pareja amorosa (con razón llamamos "tortolitos" a los novios acaramelados), pero nos preocupaba Junior, siempre tan mimada y emparejada (aunque sea contra natura) con mi compañero.

Me llama agradablemente la atención que en las fotos mis tres tórtolas aparezcan apaciblemente juntas, algo muy difícil en mi piso de Madrid, donde la pareja y su hija tienen zonas muy delimitadas, se ve que el nuevo terreno neutral ha servido para que se unan. Además, me dijeron que desde el principio Moisés y su compañero se interesaron en Junior, algo que me alegra también, ya que presagia nuevas relaciones y compañía mutua.

 

En la primera foto vemos que Moisés (canela, con cuello gris), aparece al fondo de mi trío de tórtolas; en la segunda, Moisés y Junior comparten momentáneamente un nido... seguro que se van a llevar muy bien.


Un niño anónimo disfruta de la compañía de Walter, ¡quién lo ha visto y quien lo ve, con lo tímido que era! Al fondo, sobre la cabeza del niño, la cabecita de Paulo, el que ha sido hasta ahora compañero de Moisés, el más veterano en Indiana Camp y que ahora disfruta de una pequeña bandada.

Creo con sinceridad que mis tórtolas estarán bien, los animales se adaptan de modo natural a su entorno, y este no es ni mucho menos malo; van a estar bien cuidadas, y su espíritu gregario estará satisfecho con unas relaciones más ricas. Eso, creo yo, es lo que hace que se vean atraídas por los seres humanos, de algún modo nos confunden con sus iguales, y hacen lo imposible por no quedar aisladas. Por ejemplo Junior trataba de no irse a dormir a su hora natural, sino cuando lo hacíamos nosotros, a veces después de la 1 de la madrugada... todo eso ahora queda atrás, empiezan una nueva vida.

No os oculto que siento pena, muchísima. Hemos llorado mucho. Pero superaremos este sufrimiento, con el enorme consuelo de que mis tórtolas no van a sufrir. Tal vez nos echen un poco en falta al principio, pero sin duda no se van a deprimir, ni realmente padecerán. Una vez recuperado, y con todas las precauciones del mundo, sí me gustaría verlas muy de vez en cuando; tal vez si es así coloque fotos del evento en el blog, pero de momento el sentido del mismo, contar las andanzas de unas tórtolas en un piso de Madrid, ya no existe, por tanto lo doy por clausurado.

Sí procuraré contestar cualquier tipo de pregunta sobre cuidado, alimentación o lo que se tercie. Desde aquí quiero agradecer todo el apoyo que me habéis dado en estos años, yo nunca planeé tener tórtolas y he descubierto todo un mundo con ellas. Sé sin duda que me han hecho mejor persona, más sensible, cuidadoso, respetuoso, y capaz de afrontar la vida; y no exagero ni un poco.




Como ironía del destino, esta tarde, a la puesta del sol, una tórtola turca de las que viven en la plaza frente a mi casa de Toledo, se ha colocado a la altura del mirador, en una barandilla a unos tres metros de mí. No tenía ningún miedo, y ha estado bastantes minutos descansando. Es una tórtola muy joven, con el pico grande y ese aspecto como de peluche de los ejemplares juveniles. Al levantarse he visto que tiene ya su cola formada, y cuando ha querido ha dado un elegante vuelo hasta un gran ciprés donde seguramente vive. Las tórtolas serán siempre mis amigas.

Así pues, quedo a vuestra enterísima disposición. Si alguien quiere escribirme, mi correo es:
 

martes, 9 de abril de 2013

Enfermedades a causa de la tórtolas: 2 - Neumonitis por hipersensibilidad

Walter y Amélie en casa
Además de la psitacosis, hay una segunda afección que puede contraerse por convivir con tórtolas: la neumonitis por hipersensibilidad. Se trata de un problema que afecta a personas especialmente sensibles a las proteínas de estos pájaros (plumas, heces), es decir, que mientras que la mayoría de las personas pueden convivir con tórtolas sin enfermar, algunos individuos desarrollan en su presencia una especie de alergia pulmonar que puede llegar a ser muy grave.

Por supuesto esto no ocurre solo con las tórtolas, puede darse también frente a otras sustancias: hongos, aire acondicionado, madera, y por supuesto también con otros pájaros (parece ser que en Cataluña están dándose casos con los estorninos de los parques), pero por lo que a mí respecta me referiré en adelante solo a lo que tenga que ver con tórtolas.

Por tanto, las tórtolas no están enfermas ni transmiten ninguna enfermedad como tal, sino que son los afectados quienes, a causa de una reacción frente a ellas, desarrollan por sí mismos la enfermedad.

La enfermedad puede presentarse de varias formas, que se clasifican en tres: aguda, subcrónica y crónica. La forma aguda es aquella que aparece a las pocas horas (de 4 a 8) de ponerse en contacto con las tórtolas. Hay que tener cuidado con esto, porque podría alguien llegar a mi casa, tomarse un café, marcharse, y ya en su casa notar los síntomas, que serían estos:

   - Sensación de mal estado
   - Tos seca (es decir, sin esputos)
   - Disnea (es decir, falta de aire, que suele aparecer al hacer esfuerzos)
   - Fiebre
   - Dolor torácico
   - Escalofríos

La forma subcrónica, que si tengo mala suerte sería la mía, suele aparecer con exposiciones continuas, no necesariamente masivas (y tres tórtolas son pocas). En este caso los síntomas son:

   - Malestar general
   - Astenia (sensación de cansancio físico y mental)
   - Pérdida de peso
   - Tos seca
   - Disnea (falta de aire) que puede ser grave y requerir hospitalización.

Tanto la forma aguda como la subcrónica pueden evolucionar a una tercera, la forma crónica, que no voy a describir, pero baste decir que es algo gravísimo que puede llevar incluso a la muerte, en definitiva es la destrucción del pulmón.

La cuestión es que una inflamación de pulmón (una neumonitis) puede ser causada también por algo muy diferente, por ejemplo una infección por bacterias o virus. Y claro, para mí es fundamental averiguar si lo que tengo es o no debido a las tórtolas. Por tanto, para diagnosticar la enfermedad, es necesario realizar una serie de pruebas:

   - Las radiografías no aportan mucha información.
   - El TAC en cambio sí puede dar una imagen más precisa.
   - Análisis varios de laboratorio, para establecer si hay muestras de reacción frente a las sustancias propias de las tórtolas.

Por último, mencionaré que esta enfermedad no es muy común, y suele darse, sobre todo, entre cuidadores de aves (trabajadores en tiendas de animales o granjas avícolas).

Ya sería mala suerte que yo la padeciera, porque significaría que debería trasladar mis tórtolas fuera de mi casa (supongo que irían a la granja escuela de mi primo, el Indiana Camp, donde andan descendientes de Walter y Amélie). Ni qué decir tiene que eso me rompería el corazón.

domingo, 7 de abril de 2013

Enfermedades a causa de las tórtolas: 1 - Psitacosis

El Hospital de La Princesa de Madrid
Hace muy pocos días me han dado el alta tras una semana de ingreso en el Hospital de La Princesa. El motivo de mi ingreso fue que una noche al acostarme noté que me faltaba el aire, y aunque jadeaba penosamente apenas si podía procurarme el aire necesario. A la mañana siguiente acudí yo mismo al servicio de urgencias de este hospital, próximo a mi domicilio, ya que por suerte aún se mantiene abierto al público, en dura lucha contra la pretensión del PP de dedicarlo solo a atender los "viejos" que no desean los hospitales de gestión privada; pero ese es otro tema.
Me diagnosticaron de inmediato una grave insuficiencia respiratoria, que podía tener varias causas. Tras descartar algunas, como un tromboembolismo pulmonar, quedó patente que mis dos pulmones tenían una inflamación, sufría por tanto una "neumonía atípica". Curiosamente, no tosía, y tanto las radiografías como la auscultación eran engañosamente casi normales, mientras que mis síntomas resultaban bastante notables. Se explicaba así el cansancio progresivo de las últimas semanas, y la fiebre que estaba padeciendo.
Ahora bien, ¿cuál es la causa? Tras una semana de antivirales y antibióticos, más tratamiento de oxígeno, los síntomas mejoraron bastante, y me dieron el alta. En un mes tendré el resultado de varios cultivos, y nuevas radiografías mostrarán si estoy evolucionando bien; y se intentará averiguar la causa del problema.
Lamentablemente, de las tres posibles hipótesis, dos tienen relación con mis amadísimas tórtolas:

1) Psitacosis
2) Neumonitis por hipersensibilidad
3) Infección por virus o bacteria ("infección contraída en la comunidad")

Obvio resulta decir que deseo fuertemente que se trate de la tercera hipótesis, algún tipo de infección de virus o bacteria, algo que no es fácil de demostrar.

Pero, en esta entrada del blog, quiero centrarme en la primera: psitacosis.

La psitacosis es una enfermedad transmitida por algunas aves a los seres humanos. El nombre mismo remite a los loros, aunque también la transmiten pavos, palomas y tórtolas; (tal vez por eso también se llama "ornitosis"). El organismo culpable es una bacteria que enferma a las aves, y de ahí, a través del polvillo de las heces, puede pasar a humanos.

Síntomas en las aves: Falta de apetito, diarrea, supuración lacrimal. A veces los síntomas son poco notables.
Síntomas en las personas: Fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, y a veces neumonía.

A pesar de la mala fama de la enfermedad, no es grave, se trata con antibióticos (tetraciclinas) y se cura sin problemas; lo mismo pasa con las aves: se pueden curar si se tratan. De todos modos, incluso sin tratamiento es raro que mueran las aves, y de ningún modo las personas, salvo si tienen ya de por sí otros problemas de salud.

En mi caso, es casi imposible que se trate de psitacosis, ya que para empezar mis tórtolas tienen una salud aparentemente perfecta, y además el cuadro de síntomas no encaja mucho con el mío. Por otra parte, sería una salida fácil del problema: antibióticos para todos, y solucionado.

viernes, 1 de marzo de 2013

Dormidita

Junior dormidita.
Esto del blog a veces va por rachas: paso semanas sin poner nada y de pronto cambio a una racha de más actividad. En esta ocasión simplemente no me he resistido a compartir con quienes aman las tórtolas esta foto de Junior dormida. Ella siempre que puede, salvo en los días que empolla huevos, procura subirse encima y descansar. El ritmo de sueño de las tórtolas debería ser levantarse y acostarse con el sol, pero la iluminación eléctrica, y sobre todo la comprobación de que el resto de su "bandada", los humanos, estamos despiertos mucho después de la puesta del sol las anima a trasnochar.
A menudo por la noche nos tumbamos en el sofá, y vemos la tele. Walter y Amélie reposan en su nido, pero Junior se nos sube encima y, lo mismo que nosotros, a menudo se duerme con la tele puesta. Es un sueño profundo, porque se siente totalmente a salvo así, subida por ejemplo en el pie de Félix.
Además, es muy curiosa la forma de colocar las plumas para dormir, nosotros decimos que "se pone el pijama", porque eriza las de la cabeza y en general se convierte en una bolita mullida y adorable. ¡Da una penita despertarla para irnos a la cama! Si por ella fuera, sin duda se quedaría así hasta mañana... ¡buenas noches!

jueves, 28 de febrero de 2013

Copitos de nieve en Madrid

Junior en su "solárium" particular

Las tórtolas, como animales que son, se comportan en consonancia con los ciclos naturales, algo que las personas, tan inteligentes como nos pensamos, hemos olvidado. Hoy en Madrid caen unos tímidos copitos de nieve, y aunque en casa tenemos una temperatura de lo más confortable, para mis plumados amigos un día tan inclemente no es un día normal. Se han levantado más tarde, ya que hoy ha amanecido oscuro, y bajan su actividad al mínimo.
En la foto vemos a Junior aprovechando la estufa de infrarrojos para darse un baño de sol artificial. Es curioso, pero Walter nunca aprovecha la estufa para calentarse, y Amélie lo hace pero muy de tarde en tarde, en cambio Junior pasa sus buenos minutos al calorcito.
En cambio hay una actividad que aumenta en un día gris y mojado como es hoy: comer. Por alguna razón las tres están de acuerdo en eso, y se afanan en hacer acopio de comida, como si encontrar alimentos hoy fuera algo que no se pudiera pasar por alto. Cuando salgo a la calle, miro los árboles del jardín y pienso en los gorrioncillos y otras aves que hoy seguramente tendrán un día duro; de vez en cuando les doy la comida que mis tórtolas rechazan por "vieja" (parece mentira, pero las semillas que les pongo a la semana ya no les apetecen, en cambio según salen de la bolsa las devoran), hoy creo que será uno de esos días.
Ay, caen copitos de nieve en Madrid.

sábado, 23 de febrero de 2013

La historia de Walter

Walter posado en mi mano
Walter es el único macho en el trío de tórtolas, pareja de Amélie y padre de Junior. Desconozco su edad cierta, aunque lo compré hace unos tres años, y el chico que me lo vendió me aseguró que tenía seis meses, así que ahora tendría cuatro años, más o menos. Walter es mayor que las dos hembras, y su carácter es diferente. Es, en cierto modo, quien más ha cambiado con nuestro contacto. La idea de comprarlo vino del deseo de darle una pareja a Amélie, y la verdad es que forman una pareja envidiable, completamente enamorada si aplicamos los parámetros humanos. Cuando compré a Walter, era evidente que no estaba acostumbrado a la presencia humana; lo transportamos a casa dentro de una caja de cartón, y el pobre estaba muerto de miedo. Al llegar a casa lo soltamos, teniendo cuidado de que las ventanas estuviesen bien cerradas; inmediatamente revoloteó, por cierto muy mal, pues apenas si se sostenía en el aire (seguramente en el jaulón donde estuviese no tenía espacio, ahora ha mejorado mucho y vuela bastante mejor que entonces). Recuerdo que cuando se encontró con Amélie ambos se llevaron un susto de muerte, y salieron despavoridos en direcciones contrarias, ¡pobres! Aunque tratamos de no asustarlo, era evidente que nos huía como si fuésemos sus enemigos, y pasó días completamente mudo, en un rincón, levantando el ala si nos acercábamos. Eso sí, se fijaba en que la interacción con Amélie era pacífica, que ella sí se dejaba acariciar, aceptaba comida de nuestra mano... y poco a poco todo eso fue pesando en su ánimo, perdió el miedo, y nos aceptó. De los dos, es conmigo con quien tiene una mejor relación (mientras que Junior prefiere a Félix mil veces antes que a mí), y llega incluso a acicalarme los dedos si le acaricio el cuello, señal suprema de aprecio por parte de una tórtola.
No hace mucho ha empezado a subirse encima de mí por propia iniciativa, sobre todo si hace cierto tiempo que no nos vemos; la primera vez que lo hizo, demostrando así que me apreciaba, reconozco que me emocioné hasta las lágrimas. Y es que a las tórtolas las quiero, las queremos mucho: muchísimo. Sé que Walter ahora es completamente feliz; renovó su plumaje, bastante estropeado al principio, y ahora su traje de plumas es tupido y perfecto, (mirad por favor cómo tiene un maravilloso escudo blanco en la foto de arriba, ampliándola); aprendió a volar, se besa con Amélie a diario, y es padre de varios pollitos que ya son tórtolas adultas, la más querida por nosotros sin duda, Junior.
Walter es más torpe, más miedoso y menos inteligente que Amélie y Junior; pero estoy orgulloso de que me tenga por amigo, y para mí no hay otro macho igual.

martes, 19 de febrero de 2013

Pereza invernal

Junior está amodorrado... ¿ves sobre qué? No es un cojín...
Han pasado varias semanas desde la última entrada del blog. Y es que cuesta encontrar novedades en estas semanas de invierno, porque las tórtolas bajan su actividad al mínimo. Recuerdo haber leído hace tiempo que una lectora del blog comentaba que su tórtola, que dormía en una caja, los días muy grises ni se tomaba la molestia de levantarse... Walter, Amélie y Junior no llegan a tanto, pero pasan muchas horas hechos unas bolitas de plumas, dormitando, y moviéndose solo para comer. Por cierto, que comer sí que comen, yo diría que con más apetito de lo normal, pero aparte de eso su actividad está bajo mínimos.

A la hora de la siesta, como siempre, Junior (si no está empollando huevos), toma posición sobre Félix y se apoltrona del modo más descarado... es inexorable en sus costumbres: la siesta sobre Félix, las últimas horas antes de acostarse, sobre mí, en la habitación contigua... Ah, y lo irse a dormir por la noche es una risa, porque Junior pretende siempre dormir en la cama, cosa que no le permitimos, claro, ella tiene su nidito sobre el perchero de entrada (el perchero tiene una pequeña plataforma, muy a propósito), pero el único modo de que se quede allí es ponerla y apagar inmediatamente todas las luces, para que no se plante en la cama de un vuelo... un retraso de unos segundos en apagar, y ya está Junior en la cama, con lo que tenemos que volver a empezar... Eso sí, en cuanto la luz diurna se lo permite, (ahora más o menos a las 8 de la mañana), se planta en la cama, así que se puede decir que nos sirve de despertador. Esto mismo lo hacía Amélie en los primeros tiempos, cuando era ella la única tórtola de la casa, pero desde que se emparejó con Walter ya no llega a tanto como para dejar el nido común y venirse a la cama... por suerte para todos.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Navidades con Moisés

Moisés en la Granja Escuela
Aprovechando estos días de fiesta, he ido a la Granja Escuela "Indiana Camp" con mi sobrinita Ana. Esa era la excusa, pero para mí se trataba, sobre todo, de ver cómo se las estaba apañando Moisés: después de todo tiene poco más de dos meses de edad. Con gran alegría he visto que se encuentra en perfecto estado, y parecía feliz con Paula... aunque tengo mis dudas de si realmente se trata de una pareja macho/hembra; no obstante, eso es secundario, pues ya sabemos que las tórtolas no solo pueden emparejarse sin complejos con individuos de su mismo sexo, sino que lo hacen con seres humanos (como Junior en este momento).

Aunque al principio dudó un poco en dejarse atrapar, y me rehuía levemente, pronto se volvió a posar en mi mano con la tranquilidad que era habitual; solo lamenté haber olvidado pan, ya que la miga les encanta, y lo cierto es que Moisés me pidió, a su manera, que se la diera. ¡Será la próxima vez! Me he marchado tranquilo y contento. ¡Que guapo está!

viernes, 21 de diciembre de 2012

UN DESCUIDO QUE PUDO SER FATAL

Walter y Amélie tomando el sol al día siguiente

Los fines de semana nuestras tres tórtolas se quedan solas en casa; son poco más de dos días. Tenemos que fijarnos bien en cómo quedan ubicadas, porque Junior no se lleva bien con sus padres; o más bien digamos que Walter, su padre, acosa a su hija. También Amélie le es hostil, y es que las tórtolas ¡son tan territoriales! Tienen dividida la casa en zonas de influencia, de modo que cada habitación o bien es del matrimonio Walter/Amélie, o bien es de Junior, o bien es neutral. Bueno, el caso es que los viernes, antes de irnos, comprobamos que todo está en su sitio, hay comida y agua de sobra al alcance de nuestras amigas, etc. Luego, al regresar el domigo por la tarde, lo primero es comprobar que han pasado bien el fin de semana, y la verdad es que hasta ahora no habíamos tenido ningún incidente.

Pero el fin de semana pasado, por un error garrafal de cálculo, dejamos a Walter y Amélie encerradas en la habitación del ordenador, en lugar de en su terraza, que comunica con el salón. Por tanto, se pasaron unas cincuenta horas en una habitación en la que no había ni una gota de comida ni bebida. Hay que tener en cuenta que las aves tienen un metabolismo muy alto, es decir, precisan comer y beber mucho más a menudo que los animales más grandes; y para nosotros pasar dos días encerrados sin comer ni beber ya sería una prueba dura.

Sorprendentemente, Walter y Amélie estaban en perfecto estado, comieron y bebieron pero no con desesperación, sencillamente con buen apetito. Habían pasado dos días sin comer ni beber, ¿cómo lo consiguieron? Creo que la respuesta es doble; por una parte, tienen reservas alimenticias de sobra ya que comen todo lo que se les antoja, y por tanto, están sanamente gorditas; y por otro lado, tenían el buche bien lleno, pues cuando nos marchamos y les ponemos comida nueva lo primero que hacen es darse un gran atracón, cosa que hicieron el viernes. En realidad, más que comer lo que hacen es guardar en su buche la comida, que no está siendo digerida, sino que acumulan para cuando deciden comer de verdad. Así que se tomaron las cosas con calma, seguramente se movieron muy poco, y así pudieron pasar dos días sin alimentarse de un modo bastante bueno. Y en cuanto a beber, apenas si toman un par de sorbos cada día. Eso sí, sobre todo Amélie estuvo un par de días como aletargada, y nosotros lo achacamos a su reciente encierro.

Descubrir nuestro error fue muy alarmante y desagradable, pero ahora conocemos un poquito más a nuestras amigas; esperemos no volver a meter la pata de este modo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Moisés y su compañera en el Indiana Camp

 
Finalmente llegó el día, y ayer domingo llevamos a Moisés, con todo el dolor de nuestro corazón, a la granja escuela de mi prima: el Indiana Camp. Desde la última visita se han producido algunas mejoras en las instalaciones, pero más o menos todo sigue igual. Como pensamos que Moisés es macho, elegimos una tórtola hembra y los dejamos juntitos en un recinto donde ellos dos serán las únicas tórtolas domésticas, lo que sin duda hará que formen sociedad. En la foto podemos ver a Moisés, a la izquierda, junto a la tortolita que esperamos sea su pareja.
 
 
Mi primo se sorprendió que la tórtola que él tenía se posaba con toda mansedumbre en mi mano, y se dejaba acariciar, pero ese es un reflejo propio de la especie, son mansitas aunque nunca hayan vivido con seres humanos.
 
En todo momento las dos tórtolas parecían tímidas pero también relajadas, el encuentro fue natural, y creo que las pocas semanas de edad de Moisés beneficiarán la adaptación al nuevo entorno. Como se adivina, vivirán en un recinto bastante amplio, compartido con otras especies más pequeñas de aves. En realidad Moisés es un ave inmadura, que no ha desarrollado comportamiento sexual, y ni tan siquiera sabe "reírse" cuando cambia de lugar; por eso mismo, tampoco ha demostrado una especial ternura o apego por nosotros, mientras que hasta el último momento trató de buscar la compañía de sus padres, quienes al final lo picaban sin piedad para alejarlo. Así que, desde el punto de vista de Moísés, no hay ruptura de afectos (salvo el de los padres, que es inevitable)... cosa que nosotros no podemos decir. Hoy, ya en Madrid, pensamos cada poco tiempo en qué tal estará, si pasará frío, si comerá, si estará bien... sabemos que hicimos lo correcto, y que, después de todo, si no hubiese sido por un descuido al retirar los huevos Moisés ni habría nacido, mientras que ahora puede muy bien llevar adelante una vida larga y feliz, pero... así de complicados somos los seres humanos.
 
Por otro lado la granja escuela es una monada, hay monones de aves preciosas, conejos, mapaches... dejo unas cuantas imágenes de ayer mismo; y tal vez lo que deba hacer es visitar más el Indiana Camp para no perder el contacto...
 
 
 
 
 
 
 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Al sol del otoño

Moisés en el balcón
En el balcón donde duermen Amélie y Walter, y ahora también Moisés, tenemos un pequeño arbolito de hoja perenne, que las tórtolas picotean con gusto. A Moisés, además, le gusta tumbarse en su base, dentro del tiesto que lo contiene. Hoy ha amanecido un día soleado, y con él en mi brazo, he estado disfrutando del sol de otoño, tras darse un baño de agua caliente en el mismo recipiente donde casi se ahoga hace ahora un mes, (y es que de todas las tórtolas, es Moisés la que más gusta del agua).

A la luz del sol resaltan en toda su belleza los delicados tonos de las plumas, que parecen diseñadas en la paleta de algún pintor caprichoso, tal vez impresionista. Son pocos los días que nos quedan para disfrutar de su compañía, y lo que podemos decir es ¡gracias Moisés! Tu compañía nos ha hecho más felices.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El plumaje de Moisés

Moisés en el borde de un tiesto tomando el sol.


Moisés ya casi tiene el plumaje de adulto. En la foto, que recomiendo ampliéis para ver cada zona con detalle, se aprecia una coloración muy fuera de lo normal en lo que se refiere a tórtolas domésticas, casi parece de mármol rosa, con esos sutiles veteados blancos. La foto también permite apreciar cómo el pico de arriba termina en una especie de diente que les es muy útil a la hora de tomar el alimento.

Impresionante.

martes, 13 de noviembre de 2012

La extraña familia

Amélie, Walter y Moisés.

Moisés ya es, prácticamente, una tórtola adulta, de la que por cierto desconocemos el sexo. En las anteriores crianzas de Amélie y Walter, a estas alturas ya se había producido el rechazo de la cría o crías, quienes no solamente se tenían que alimentar por sí mismas, sino que también se veían forzadas a buscar su propio espacio, siendo atacadas a picotazos si persistían en pedir comida a sus padres, por ejemplo. Sin embargo, el caso de Moisés es diferente. No sé muy bien si se trata de un alargamiento de su status de cría, ya que aún pía y suplica comida a su padre (que a veces hasta se la da), o más bien es una integración en toda regla en lo que ahora sería una familia de tres miembros. Por ejemplo, por la noche las tres tórtolas duermen en el mismo nido, en total armonía. Desde luego con Amélie no hay ni el más mínimo roce, es más, ella permite que Moisés se tumbe a su lado mientras incuba los huevos; y en cuanto a su padre, aunque a veces es evidente que trata de picotearlo, finalmente cede a las protestas y convierte los picotazos en caricias.

En la foto vemos, de izquierda a derecha a Amélie, Walter (en el instante mismo de emprender el vuelo, obsérvese que una pata ya está en el aire), y Moisés. Se aprecia perfectamente que Moisés no tiene collar, y la coloración de sus plumas es más delicada que la de Amélie.

Me encantaría terminar quedándome con Moisés en casa, aunque es muy poco probable. Parece de peluche, es simpatiquísimo, lo adoro.

martes, 30 de octubre de 2012

Os presento a Moisés

El plumaje de Moisés

El plumaje de Moisés
En los pocos días que han pasado desde el viernes, cuando estuvo a punto de morir por accidente, nuestra cría ha avanzado a pasos de gigante. Ya pesa 120 gramos, es decir, prácticamente el peso normal de una tórtola. Además, ¡ya vuela! Es capaz de subir de un vuelo desde el suelo hasta su nido, o la tele, o cruzar volando el balcón. Sigue pidiendo comida a sus padres, aunque su madre hace ya un par de días que no le hace caso (de hecho, está preparando el nido para una nueva puesta), pero también es capaz de comer por su cuenta, algo necesario porque Walter pronto dejará de alimentarlo también (este Walter es un padrazo).

Sus plumas, aún incompletas, ya revelan el color final: una mezcla exquisita de color rosado y blanco Además, parece que no va a tener collar (algo absolutamente inaudito, pues hasta las tórtolas blancas tienen un collar ligeramente gris pero perfectamente visible). Creo sinceramente que es la tórtola más bonita que he visto nunca.

Su pico, aún muy largo, le da ese aire adolescente de los ejemplares inmaduros. Pinchad en las fotos para que se abran a tamaño completo: vale la pena mirar esas plumitas en formación.

Ah, lo de llamar Moisés a la cría (y no Luis, como estaba previsto), imagino que avináis por qué es: ya se sabe, Moisés quiere decir "salvado de las aguas". Ya veremos qué pasa,

viernes, 26 de octubre de 2012

Un susto de muerte

Secándose tras el accidente


En el nido, ya recuperada
Esta mañana ha ocurrido un grave accidente con la cría. Los viernes nos levantamos un poco más tarde, y hoy no le hemos echado el vistazo matinal, a eso de las 8, por una vez nos hemos retrasado hasta las 10. Y a las diez, miro ¡y el nido está vacío! Bueno, eso en principio no es tan malo, seguro que ha saltado al suelo y está en algún rincón... en pocos segundos hemos visto lo que pasaba: ha tratado de saltar al nido que está enfrente, a unos tres metros, algo totalmente imposible para la cría, que no vuela, pues apenas si tiene la mitad de las plumas. En cambio, ha caído a los pies del nido de enfrente donde tenemos... ¡la bañera! Ahí, con las alas extendidas y completamente rígida, estaba. ¿Cuánto llevaría? ¿Una hora, dos?... La hemos sacado, y la primera impresión es que estaba muerta, pobrecita. Las plumas se le habían pegado por completo al cuerpo, y su postura rígida hacía pensar en un pájaro al que le ha pasado por encima un coche, tan plano y tieso estaba.
Boqueaba, pobrecita, cada pocos segundos, marcando un ritmo agónico. "Está agonizando", dijo mi compañero. Pobrecita, pobrecita. Con una toalla suave hemos secado su cuerpecito, y la hemos puesto junto a una estufa de infrarrojos. El agua debía estar a unos 15 grados, y las tórtolas están a unos 40 grados, así el choque térmico ha sido descomunal.
Durante cinco minutos ni se ha movido, aunque parecía que respiraba un poco más rápido. Luego, se ha puesto a temblar, lo que es una buena señal porque significa que estaba recuperando la vitalidad. Tras al menos un cuarto de hora ha empezado a dar señales de movimiento en las patas, nosotros hemos procurado que, sin quemarse, estuviera siempre caliente por todos lados.
Amélie y Walter se acercaban a veces, sin dar síntomas de alarma ni saber qué hacer, yo creo que ni reconocían a su cría.
Luego, poco a poco, se ha ido recuperando, y hasta aleteaba cuando algún progenitor se acercaba, aunque no se podía erguir y ni siquiera piaba.
Y, como un milagro, se ha recuperado del todo; puesta de nuevo en el nido, sus padres la han alimentado varias veces, y ahora parece tan vivaz y sana como siempre.
Yo digo que me la quiero quedar en casa, Félix dice que estoy loco. No sé, el caso es que estoy muy contento, y cuando esta tarde nos vayamos de fin de semana dejaremos todo lo más libre de peligros que podamos, porque lo más probable es que vuelva a salirse del nido. Ay, qué angustia voy a pasar hasta el domingo por la tarde...

domingo, 21 de octubre de 2012

Una nueva tórtola ha nacido



Por un descuido no cambiamos los huevos de Walter y Amélie. Cada vez que los ponen se los sustituimos por otros previamente enfriados en el frigorífico, pero esta vez se nos pasó. Así que el jueves pasado, la víspera del puente del Pilar, me acordé de pronto. Fui al nido y pensé: "bueno, todavía no se han abierto, he llegado a tiempo". Los cogí con cuidado y... ¡se movían, temblaban! Los pollitos parecían a punto de salir, incluso estaban resquebrajándose. En esas condiciones fui totalmente incapaz de tirarlos, así que los devolví al nido, y poco después salió el primer pollito. ¡Una monada minúscula, del tamaño de la uña de mi pulgar!
Nos fuimos de puente, confiando que a la vuelta tendríamos dos pollitos, pero no fue así; el segundo huevo no se abrió, y cuando ya comprendí que no lo haría me atreví a romperlo un poquito, comprobando con pena que un pollito totalmente formado, y que incluso había roto con el piquito el cascarón no tuvo fuerzas para salir; me pregunto si mi manipulación de los huevos tuvo la culpa, pero aunque me da pena comprendo que mejor es criar un pollito extra que dos.
Han pasado ocho días, y el nuevo pollito, (al que llamamos Luis provisionalmente, aunque evidentemente desconocemos su sexo), aumenta de peso y tamaño a diario. Hoy la báscula marcó 74 gr., es decir, la mitad de lo que pesa Amélie, ¡una barbaridad, porque no abulta ni la cuarta parte de ella! Eso significa que su densidad es mucho mayor.
La verdad es que tanto Walter como Amélie lo cuidan con esmero, y tiene siempre el buche bien lleno. El muy picarón ya abre los ojos y mira con curiosidad, no nos tiene miedo y se deja manipular.
En cuanto a su plumaje, pensamos que iba a ser blanco, como Walter, pero la oscuridad de su piel augura otra cosa; no obstante parece que parte de sus plumas serán blancas, por lo que seguramente se parecerá más a su madre que a su padre, ya veremos.
En casa no podremos tenerlo (ya Junior intenta picar al pobre pollito), así que supongo que irá a la granja escuela de mi primo... a no ser que... ¿alguien se anima a adoptar este precioso pollito?

jueves, 11 de octubre de 2012

La siesta con Junior

Junior a punto de tumbarse para dormir la siesta conmigo.
Una de las cosas que más me gusta es, cuando puedo, echarme la siesta; placer que comparto con Junior. Cuando una tórtola duerme, imagino que al igual que la mayoría de los pájaros, su sueño es una duermevela ligera, siempre vigilante ante el menor ruido o movimiento: es natural. Pues bien, cuando Junior (y solo ella) duerme encima de uno de nosotros, pasa a un estado de sopor intenso; es como si pensara "puedo dormir a pata suelta, porque estoy encima de este, y si pasa lo que sea es él quien tiene que estar atento, no yo". Se hace una bolita, respira pausada y rítmicamente, y se durme por completo el tiempo que dure la siesta, por supuesto sin hacer "pipí" ni "popó". Todavía me emociona sentir que un ser de otra especie confíe tanto en mí.

Nuestra amiga Cloti

Cloti es una tórtola turca

Hace unos días recibí en este blog algunos comentarios de una nueva visitante, y por lo tanto amiga: Niebla. Resulta que recogió un pollito de tórtola turca, y contra lo que podía pensar ha conseguido sacarla adelante. Como todas las tórtolas turcas, luce un bonito collar negro, y colores marrones, rosados y caramelo; aún sus plumas corresponden a un ejemplar en crecimiento, ¡pero se nota que es una tórtola preciosa! Tal vez se quede a vivir con Niebla, o finalmente vuele con sus compañeras, pero de lo que no cabe duda es de que es una tórtola preciosísima que seguro sabrá darle a Niebla señales inequívocas de su cariño. Mucha suerte a las dos.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Las palomas de Benidorm

Casi todas son blancas, ¡qué bonitas!
Aprovechando un fin de semana largo en Benidorm, he descubierto que las palomas de esta ciudad de veraneo, ¡son blancas! Es algo que también vi en Murcia (hay un artículo en este blog). Me pregunto por qué de esta coincidencia. En mi infancia, en Toledo, me gustaba perseguir a las palomas en el paseo de La Vega (por suerte, siempre sin éxito); en aquel entonces el palomar donde vivían albergaba todo tipo de palomas: blancas, manchadas, grises, y las mezclas correspondientes; incluso creo recordar algunas jaspeadas de café con leche. Pero con el tiempo, solo quedan en Toledo palomas grises, y lo mismo pasa en Madrid. Ya sé que el color blanco suele ser recesivo, pero si durante tanto tiempo se han mantenido palomas blancas a la vista ¿qué las hizo desaparecer? ¿Y por qué en Murcia y Benidorm son gran mayoría las blancas? Mientras algún científico me saca de la duda, queda el recuerdo de estas bellezas. Cuando en Benidorm las miraba, me acordaba de las tres tórtolas que, solitas, se quedaron en casa. Ya, ya sé que les dejo agua y comida, pero también sé que están mejor cuando las acompañamos: no les falta ese traguito de agua de cuando nos acostamos, que sorben tan golosas; o las bolitas de miga de pan, las pepitas de sandía... esas golosinas a las que están tan acostumbradas. Incluso las miguitas de las galletas, o unos granitos de sal o de azúcar les alegran la vida... ¿mimo demasiado a mis tórtolas? Yo creo que no: ellas me tienen loquito y consentido.

martes, 7 de agosto de 2012

Las joyas de la Castafiore

Amélie en su nido
Soy aficionado a las historietas de Tintín, el héroe creado por el dibujante belga Hergé. Una de las aventuras más celebradas de este simpático joven se llama "Las joyas de la Castafiore"; el argumento es el siguiente: en una casa desaparece una esmeralda, propiedad de una famosa cantante de ópera. Muchos son los sospechosos: el pianista acompañante, el mayordomo, unos gitanos que acamparon cerca, etc. Pero el misterio se resuelve gracias a una ópera: "La gazza ladra", de Rossini, pues la traducción es "La urraca ladrona"; y efectivamente, uno de estos pájaros es quien roba la esmeralda, que finalmente es recuperada. Y hoy Amélie ha mezclado esto con otra afición que tengo: los clicks, también llamados "Playmobil". No tengo muchos por casa, pero uno de ellos es una recreación del Durero que se exhibe en El Prado, y lo tengo puesto de adorno. Como resulta que Amélie está en una de esas fases en que llena el nido de papelitos... pues resulta que ha encontrado que el caballete de Durero, de plástico pero simulando madera, resulta útil en el nido. Me hace tanta gracia que, de momento, se lo he dejado.

jueves, 5 de julio de 2012

Vencejos a salvo

Entrada al centro "GREFA", en Majadahonda, Madrid

Prometí contar lo que pasaba con los polluelos de vencejo (definitivamente lo son), a los que bautizamos "Pedro" y "Pablo", independientemente del sexo que puedan tener. Como recordaréis, se cayeron o tiraron del nido el viernes y el sábado pasado, y los encontramos en el mismo sitio, en el callejón junto a la puerta de mi casa en Toledo. Tal vez sus padres los abandonaron, porque es mucha casualidad que se tirasen los dos. Bueno, sea como fuere, el caso es que (como me pasó con Amélie cuando entró a casa por la ventana), pasé en poco tiempo de inexperto absoluto a casi entendido en la cría de vencejos.

Al ser un pájaro insectívoro, no se puede dar pan ni semillas, y tras consultar en Internet probé con una dieta a base de comida de gato remojada y jamón york muy picadito. Aunque al principio comieron esto con buen apetito, pronto vomitaron todo lo que se les daba (con enorme esfuerzo, además, pues había que abrirles cuidadosamente el piquito y meterles lo más profundo que se podía un poquito de alimento), por lo que optamos por darles solamente gotitas de agua, que estas sí, bebían con avidez. Lo cierto es que a los dos o tres días, el domingo por la noche, conservaban más o menos su peso inicial, y parecían en buen estado, incluso más despiertos.

Ya advierten en internet que criar un vencejo no es cosa fácil, aunque si sobreviven las primeras 24 horas es muy buena señan; el problema es que comen exclusivamente insectos y gusanitos, por lo que proponen que se les facilite esto, es decir, grillos (que son muy caros), y gusanos de la harina (un poco más baratos). La crianza, hasta que puedan volar por sí mismos y emigrar a África, duraría más o menos un mes. Y no es que me resulte muy seductora la idea de tenerlos en casa junto a las tres tórtolas, comprarles estos insectos y criarlos, pero para mí es un deber frente a un ser vivo desvalido que depende en todo de mí. Ya estaba buscando direcciones de tiendas especializadas en insectos y demás cuando encontré en un foro direcciones de centros de recogida de aves, para su recuperación. Claro, yo sé que esto existe, pero siempre pensé que era para águilas y aves "importantes"; pero resulta que los vencejos son una especie protegida, y también los acogen para su recuperación, ¡albricias!

El domingo pasado por la noche (tras el triunfo de España en la Eurocopa), llamé por teléfono a un centro de recuperación de aves de Madrid: se llama "GREFA", y atienden las  24 horas. Tras comentarles el caso, me dijeron que por supuesto podía llevarle las crías al día siguiente, pero que lamentablemente, por eso de los "recortes", no podían venir a domicilio por ellas. No necesitaba tanto, y el lunes a primera hora los llevé a este hospital de aves, que está en Majadahonda, a unos 12 km. de Madrid. El centro está situado en un pinar, un paraje protegido, y lo poco que vi me gustó, parece un sitio funcional con buenas instalaciones. Antes, había leído lo que hacen a través de su web; me dio mucha confianza saber que el año pasado sacaron adelante más de ochocientas crías de vencejo, ¿dónde iban a estar mejor Pedro y Pablo?

Tras rellenar unas fichas, se quedaron en el centro, no sin antes darme unos números de referencia, por si en un futuro quería saber si habían salido adelante, cosa que ahora creo más que posible.

Además, en la misma visita me hice socio de GREFA, por solo 35 euros anuales pagas la cuota anual, trataré de animar a la gente para que se asocie también, ¡estos sitios son imprescindibles!

Podéis mirar todo esto en www.grefa.org  , ¡animáos!

Como suele suceder con los animales, este par de pollitos de vencejo me han dado más de lo que yo a ellos, ahora me siento feliz por haber descubierto este sitio, incluso me estoy planteando, si mis escasos ahorros dan de sí, apadrinar algún animalejo, cosa que es a partir de 90 euros... ya veremos.

domingo, 1 de julio de 2012

Dos aviones o vencejos se han caído del nido




Ayer por la tarde, en Toledo, donde paso los fines de semana, encontré caído al lado de la puerta de casa un pajarito que sin duda es un avión o un vencejo; tenía bastantes plumitas y me lo llevé a casa. La sorpresa fue que hoy en el mismo sitio he encontrado a quien sin duda es su hermano: también se ha caído del nido. Como sus padres no pueden llevarlos a su nido (que estará sin duda a muchos metros del suelo), su única posibilidad es que logre sacarlos adelante. De momento me va bastante mal, porque el pienso de gato remojado en agua, que es lo que recomiendan en los foros para casos como este, no lo aceptan, vomitándolo si les fuerzo a tragarlo. Sé que tienen que comer a menudo, pero sin duda están pasando mucha hambre, los pobres. Mañana trataré de darles trocitos de carne picada y remojada, que dicen que también les gusta. Como ayer era día 29, festividad de san Pedro y san Pablo, hemos decidido llamarlos así, Pedro y Pablo. Si siguen vivos hasta mañana por la tarde, los llevaremos de regreso a Madrid, donde tendrán que compartir casa con las tres tortolitas de mi alma. Es curioso; a pesar de que sé que posiblemente no sobrevivan, se me encoje el alma de pensarlo, tan implicado estoy con sacar adelante a esta pareja de pequeñines. Al menos me queda el consuelo de que su muerte será menos cruel que la que les aguardaba en el suelo, deshidratados, y puede que pisados o comidos por gatos, que hay muchos sueltos.

Ya os contaré cómo sigue la cosa.

domingo, 27 de mayo de 2012

El pájaro de fuego

(Amélie acicalándose las plumas)
Aparte de que las tórtolas, como la mayoría de las aves, saben volar, y eso, quieras que no, nos humilla un poquito a nosotros, tan listos, tan civilizados pero... atados al suelo, a nosotros nos parece que lo de los pájaros no es para tanto. Por ejemplo, no tienen manos, ni visión en tres dimensiones... eso nos parece que equilibra un poco la balanza de dones naturales.

Pero las plumas, además de permitir el vuelo, forman una capa versátil y maravillosa. En verano o en invierno, protegen de la temperatura exterior, y aunque yo me esfuerzo para que no tengan que soportar temperaturas extremas, me da la impresión que soy yo el digno de lástima, siempre buscando más frío o más calor, mientras Junior, Walter y Amélie parecen siempre cómodos y confortables. Seguramente parte del éxito de su cobertura de plumas es que las pueden mover, erizándolas o pegándolas a la piel. En la foto vemos a Amélie girando la cabeza sobre los tres ejes espaciales como si tal cosa, ¡está boca abajo!; lo hace solo para encontrar el ángulo perfecto que le permita limpiar y peinar sus plumitas, que de paso ha abierto en capas paralelas por la parte de su ala. A mí me recuerda un poco a esas actrices trasnochadas que llevan una boa de plumas, con la diferencia de que estas plumas van teniñas de colores naturales. Ya se dice en la biblia que Salomón, a pesar de ser riquísimo, nunca usó unas vestiduras más elegantes que las que tiene la flor más humilde; tampoco ninguna starlet ni vedette de revista musical se acercó siquiera a la belleza de mis tórtolas, (ni de ninguna otra ave).

Señores y señoras, con ustedes Amélie: el Pájaro de Fuego.