(De izquierda a derecha: Junior, Amélie, y Walter)
Las tórtolas, como los seres humanos, redefinen su carácter y sus relaciones con el tiempo; esto es muestra de su complejidad, es decir, su carácter es más complicado que, por ejemplo, el de un hámster. Las tres tórtolas vivieron un episodio de tres semanas de convivencia estrecha sin supervisión, cuando quedaron en la granja-escuela hace ya más de un mes, y ahora se ha producido la llegada de las dos crías a la casa. Quien más ha variado con todo esto es Walter, quien, por lo pronto, está dando de comer a sus crías (noticia excelente, porque dar de comer es algo muy cansado, y así no será solo Amélie quien se encargue), y además parece buscar nuestra compañía mucho más que antes; su carácter, más asustadizo y arisco desde el principio, se ha dulcificado mucho, y ahora acude a nuestra mano cuando lo llamamos, algo impensable hace unos meses.
En la foto vemos cómo las tres tórtolas pueden compartir un espacio muy estrecho, y aunque a veces optan por picotearse o darse aletazos para espantarse, en general su convivencia ha mejorado muchísimo.
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