(A la izquierda Román, a la derecha Paula. Cuatro semanas de vida)
Román y Paula están ya en plena adolescencia. No son adultos, pero a simple vista ya parecen tórtolas formadas, hechas y derechas. Sin embargo, algunas sutiles diferencias delatan su estado juvenil. En primer lugar, está el menor tamaño de ambas respecto de sus padres, aunque la diferencia cada vez es menor; en este momento, tras un mes de vida, son más o menos el 80% de un adulto.
Físicamente quizá la diferencia más apreciable es la longitud de los picos; resulta curioso, pero los picos de las tórtolas adolescentes son mayores que los picos de los adultos, tanto en longitud como en grosor. Ya comenté esto para el caso de Junior, y la explicación reside en que siendo pollitos se alimentan introduciendo el pico en el gaznate de sus progenitores, por lo que interesa que sean largos pero blandos, como realmente ocurre. En estos días asistimos por tanto a un proceso de retracción y endurecimiento de los picos; posiblemente esto también es necesario para que puedan usar su pico en la alimentación independiente, cogiendo con él granitos y semillas, ya que da la impresión de que con el pico infantil no pueden hacerlo, y en unos días pasan de apenas poder comer por sí mismos a hacerlo admirablemente bien. En la siguiente foto vemos a Amélie con Paula, y ahí podemos comparar sus picos.
(Amélie y Paula en el nido)
Es curiosa la actitud de Amélie y Walter respecto a sus nuevos hijos, en comparación a lo que ocurrió con Junior, pues aún consienten tenerlos a su lado, y aunque ya no los alimentan (a pesar de que ellos insisten en solicitarlo), los acarician con mimo. Sospecho que pronto dejará de ser así, de todos modos.
Otra diferencia notable es el color de las patas, pálido en el caso de los jóvenes y más oscuro en los adultos:
(A la izquierda, patas de Paula; a la derecha, de Amélie)
En estos días Román y Paula se están acostumbrando a nuestra presencia, nos relacionan con tener comidas y cosas buenas, y eso es bueno porque de lo que se trata es de que acepten la presencia humana con agrado, para así dejarse coger por los niños que vayan al Indiana Park de mi primo Julio, que será su hogar. ¿Me dará pena? Un poco sí, pero hoy mismo he quitado dos nuevos huevos a Amélie... Román y Paula son dos "huevos con suerte", y no podría tener tantas tórtolas en casa.
Como despedida, un vídeo de Román y Paula pidiendo comida a Amélie; ya no se la da, pero sirve de ilustración del modo en que los pollitos piden de comer, ¿no es tierno?
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