Plumón de Amélie - Vista general
Ya he comentado a veces la maravilla que suponen las plumas. Hoy he llevado al escáner una pequeña porción del plumón de Amélie, que se ha arrancado en uno de los procesos rutinarios del acicalado diario que todas las tortolitas practican con asiduidad. Lo primero que llama la atención es que este plumón, que cubre pecho y abdomen, constituye un tipo de plumas distinto por completo de las largas de las alas y la cola. Estas plumas son pequeñas, con forma avellanada, y una estructura bastante diferente; a continuación expongo algunos detalles ampliados de esta misma imagen; de todos modos, pulsando sobre cada foto se obtienen vistas aún más ampliadas, que tal vez os guste investigar.
Plumón - Detalle del tallo central
Las plumas del plumón van construidas a partir de un eje que va inserto en la piel por uno de sus extremos, como todas las plumas. Este eje o tallo central, llamado raquis, es el punto de partida de las barbas laterales. En el plumón la naturaleza de estas barbas va cambiando según la zona de la pluma; así, la parte interna, en contacto con la piel, tiene unas fibras muy finas y tupidas, que no siguen una estructura geométrica, como podemos ver en la foto siguiente; estas fibras son, el verdadero plumón.
Plumón - Detalle de las barbas internas
A medida que vamos recorriendo la pluma hacia la punta exterior, vemos que el plumón cambia su distribución anárquica por otra más elegante y ordenada, sobre barbas que a su vez se ramifican, en una estructura claramente fractal respecto de la pluma completa:
Plumón - Detalle de las barbas intermedias en disposición fractal
A medida que vamos llegando a la punta encontramos barbas más rígidas y grandes, mientras que el plumón propiamente dicho pierde presencia.
Plumón - Detalle de barbas cercanas a la punta de la pluma
Finalmente, en la punta de la pluma solo hay barbas rígidas:
A la vista de esta estructura se comprende que el plumón es un aislante de primera categoría para las tórtolas, a las que protege del frío y seguramente también del agua. Las tórtolas pasan mucho tiempo acicalándose, no solo para tener sus plumas peinadas, sino para impregnarlas con una grasa que sudan por una glándula especial, así que hay que imaginarse todas estas fibras ligeramente engrasadas, y por tanto impermeables.
Mis tortolitas no tienen que preocuparse por el frío o el agua, ya que están siempre a cubierto y calentitas, pero en las pocas ocasiones en que han estado expuestas a bajas temperaturas (digamos 10 grados), no me ha parecido nunca que estuviesen incómodas, ni mucho menos ateridas. Y es que saben mover sus plumas (algo parecido a cuando a nosotros se nos eriza el vello, pero mucho más controlado), de modo que ahuecan las que tienen plumón, y en ese momento parecen muy gorditas; sospecho que forman un colchón de aire caliente que las aísla del exterior de un modo muy eficiente.
¿No son las tórtolas maravillosas?
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