La ventana de la alcoba, con rejilla
Qué calor hace en Madrid este verano. En invierno las ventanas están habitualmente cerradas, como es natural, y tal y como expliqué en una entrada anterior, en el balcón pusimos un cerramiento de rejilla de plástico, que en invierno además forramos con plástico, pero ahora, claro, está al aire. Pero, ¿y el resto de la casa? Al llegar el calor lo que apetece muchas veces es tener las ventanas abiertas, cosa que solo podíamos antes hacer por la noche, y esto incuso con restricciones, ya que si las dejábamos abiertas hasta el amanecer, cualquiera podría salirse.
El asunto de dejar en libertad a las tórtolas ya lo tenemos resuelto: sabemos que no son capaces de vivir fuera del entorno doméstico, es más, que aquí son totalmente felices, pero eso no impide que den un vuelo y luego no sepan volver, o regresen al balcón de la vecina con sus gatos... De hecho, hace unas semanas Walter se encontró la ventana del baño abierto, y, bobo de él, se atrevió a dar un vuelo... en realidad fue prácticamente una caída controlada, porque de las tres tórtolas él es precisamente el que peor vuela. Lo recogimos del suelo, un tanto aturdido, pero todo quedó ahí.
Había que solucionar esto, y lo hemos hecho colocando en todas las ventanas de la casa una rejilla igual que la del balcón. En la foto se ve la de la alcoba; va sujeta con tres clavitos por arriba, el resto está suelto, y por abajo queda pillada entre el marco y las jardineras, así podemos regar con facilidad. Ahora cuando hay aire fresco lo disfrutamos, y hemos recuperado la libertad de tener las ventanas abiertas, sin preocuparnos de dónde está cada una. Un acierto, y si a alguien le sirve, una recomendación.
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