Ayer domingo, al llegar de Toledo, había ya un pollito en el nido. La cascarita estaba en el suelo del salón, así que Amélie o Walter se había tomado la molestia de sacarla del nido. Hoy lunes, día nueve, ha salido el segundo pollito, así que tenemos de nuevo crías, cosa que no ocurría desde el nacimiento de Junior, hace ya bastantes meses. Esa pasada experiencia esperamos que nos ayude ahora, para evitar errores. Por ejemplo, desde el viernes hemos cambiado el régimen alimenticio de los padres (no el de Junior), permitiéndoles únicamente consumir pasta de cría. Este alimento, que se vende en pajarerías, es un polvito amarillo trufado de semillas minúsculas, que cumple una doble función: por un lado tiene unas características nutricionales óptimas, y por otro evita que los pollitos se atraganten; precisamente el hermanito de Junior murió a la semana por asfixia, atragantado con la miga de pan que su mamá le dio.
Será también muy intersante ver cómo se comporta Walter. Cuando nació Junior no lo reconoció como hijo, desentendiéndose del empolle de los huevos y luego de la crianza de los pollitos, más aún, importunando a Amélie para que le hiciera caso a él y no a sus hijitos. Esto lo achacamos a que pasó un tiempo cortísimo desde la llegada de Walter hasta el nacimiento de Junior, con lo que su instinto paternal no tuvo tiempo para desarrollarse. Esta vez las cosas son distintas, y no solamente ha empollado los huevos, sino que continúa el régimen de turnos con Amélie sobre los pollitos; aún no hemos comprobado si también los alimenta, sería algo muy curioso. (La alimentación de los pollitos se efectúa de pico a pico, regurgitando la madre parte del alimento ingerido, en forma de una especie de papilla).
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